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3 comentarios | lunes, julio 31, 2006

Parecía que todos lo observaban al pasar, seguramente llamaba la atención con ese paso tan lento y esa mirada tan perdida, parecía que caminaba de memoria, no cruzaba la vista con nadie y de sólo pasar junto a él se sentía su casi insultante apatía. Al parecer vivía en un constante estado de depresión, de la cual estaba muy consiente, las horas para él eran días enteros, dormir era simplemente un reflejo de su cuerpo, comer, beber, no había satisfacción en eso, sólo servía para apagar la odiosa insistencia de su organismo.

Al cruzarse con alguien e intercambiar palabras, la cosa era totalmente diferente. Era dueño de una dulzura exagerada y su sonrisa compraba la simpatía de hombres y mujeres, hablaba tranquila y pausadamente, daban ganas hasta al más conversador de quedarse escuchándolo por horas y horas. La poesía, literatura, eran sus temas favoritos, pero era capaz de hablar de lo que la persona que tuviera la frente quisiera. De noche escribía los versos más hermosos, si los compilara podría hacer más de un libro con ellos. También en las noches, cuando no estaba con la disposición de escribir, leía hasta que su cuerpo dejaba de escuchar a su cansado cerebro y dormía unas horas hasta la siguiente mañana, para volver a vivir días en una hora, sin ningún sentimiento de satisfacción pero en muchas ocasiones siendo el motivo de la satisfacción de otros.

Cierto día, comprando un libro se encontró con que la última copia del libro que buscaba la estaba comprando en ese mismo instante una mujer joven con unos ojos vivos y centelleantes, claro que él no notó eso pero miró fijamente el libro que quería y la mujer le preguntó:
-¿Quería usted comprar este mismo libro?
-Si, pero no es problema, ya buscaré otra forma de hacerme de él, seguramente habrá otra copia en alguna librería y entonces seré yo el que se lo gane a otra persona- Al mismo tiempo que terminaba de decir eso, una dulce sonrisa lo hacía parecer un hombre lleno de vida.
-Probablemente no haya alguien más a quién ganarle, no muchas personas están interesadas en este libro de poesía particularmente y así mismo es difícil que otra librería lo tenga. Contestó la mujer.
-Entonces me lamentaré por no haberle ganado a usted ese libro y en lugar de leer, esta noche, recordaré su rostro para no olvidar a la persona que ha sido motivo de mi desesperanza. Contestó él con una sonrisa sacada de un libro infantil, sus ojos cerrados y su cabeza algo inclinada hacia la derecha.
La mujer lo miró con algo de sorpresa y al mismo tiempo, algo de secreto interés.
-No me siento tranquila sabiendo que un desconocido recordará mi rostro esta noche, para nada, será mejor que le invite un café y discutamos cómo solucionar esto, ¿le parece?- La mujer pensaba para si misma si no se estaría arriesgando demasiado.
Entonces él contestó:
-Bueno, que así sea entonces, no quiero que usted no pueda dormir tranquila por mi culpa, busquemos un buen lugar.

Un mes después de esto, los dos se juntaban algunos días a la semana, hablaban una o dos horas mientras tomaban un café, sobre cualquier tema. Mientras que ella cada día se sentía más cercana a él, no sucedía lo mismo con el hombre que se encontraba en un constante estado de depresión. Sus horas con ella no eran días, eran horas, eso era lo que a él le gustaba, acortar lo más posible sus días, pero no sentía nada más que eso por la mujer, no podía hacerlo, ni por ella ni por nadie.

Tres meses después de esto, se juntaban por las tardes, no como amigos, como pareja, él era tan dulce con ella que no parecía en lo absoluto que no sentía nada que se pareciera al amor, en cambio la mujer estaba completamente enamorada, pero en su interior, sabía que ese hombre era incapaz de sentir algo por ella, lo que la mantenía angustiada, a pesar de que mientras hacían el amor, los dos se entregaban completamente el uno al otro.
Luego de eso, ella lo observaba escribir, al día siguiente, al despertarse, leía lo que él había escrito la noche anterior y su corazón se aceleraba notablemente. Parecía mejor que cualquier libro de poesía, era como un verdadero genio, jamás había leído versos tan hermosos, no parecía real, cómo aquel hombre en un constante estado de depresión era capaz de tanto. El amor de ella hacia él crecía más y más, pero al mismo tiempo crecía su angustia.

Ella había averiguado que hace algunos años una mujer, la antigua esposa del hombre de quien ella se había enamorado, había muerto en un accidente de tránsito del cual él había salido ileso. Seguramente a eso era la causa del estado de ese hombre, pero… ¿Tanto la había amado? ¿Es que el amor que ella le estaba entregando no era suficiente para sanarlo de aquellos recuerdos? ¿Pero cómo es posible que ese hombre lleve años en el mismo estado? ¿Cómo se ha mantenido vivo con tal apatía por la vida, que sólo se llena en parte, al parecer, por los versos que escribe y los libros que lee?

Pero no era tan simple, luego de 8 meses de estar junto a él, había notado las pocas horas que dormía ese hombre, lo poco que disfrutaba la vida, lo menos y menos que lo veía sonreír, a pesar de que fueran sonrisas que no representaban lo que sentía, porque realmente sonreía cada vez menos. Eran cosas que le estaban pasando la cuenta, era una persona deteriorada física y emocionalmente, su luz se estaba apagando, la vida le estaba pesando demasiado.

Se sintió demasiado angustiada, habló con él, le suplicó que sintiera algún apego por la vida, por ella, lloró a sus pies, lo abrazó, lo besó, lloró a sus pies nuevamente.

Entonces él la abrazó fuertemente y le dijo que después de todo este tiempo la había logrado amar, le dijo que le agradecía por hacer sus días algo más soportables y sus horas más cortas, lloró junto a ella pidiéndole disculpas por no haberla hecho feliz, por todo lo que ella había intentado sanarlo, lloró y lloró, en ese momento, lloró como no lo hacía hace años, se sintió vivo después de tanto tiempo, aunque también se sintió muy cansado.

Esa tarde para ella fue la tarde más feliz de su vida, luego de eso, ella se acostó a dormir, mientras él se sentó a escribir sus acostumbrados versos, ya que el sueño no lo atacaba fácilmente, desplegó su genialidad sobre el papel una vez más, hasta dejar de mover el pincel.

A la mañana siguiente, al despertarse ella, se encontró con la figura del hombre que amaba sentada en su silla, frente a su escritorio. En ese momento su corazón se apretó y corrió a verlo, por supuesto, se encontró con lo que suponía. Su vida se había apagado mientras escribía sus últimos versos, su genialidad, debida en parte a su constante estado de depresión, había terminado por consumir su vida, su llama se apagó ahí mismo, sentado frente a su escritorio, sin soltar el pincel, con las últimas líneas de su genialidad dispersas en la hoja que ahora ella sostenía mientras lloraba y leía…

“Antes, la felicidad era algo sin importancia,
Durante años vivía sin vivir y soñaba sin soñar,
Las horas eran días y los días eran meses, el tiempo…
El tiempo era una tortura, mi cuerpo era una prisión.

Pero usaste tu vida para intentar encender la mía,
Dejaste de lado la felicidad, para vivir con la angustia,
Te hiciste parte de mi tortura a manos del tiempo,
Soñaste con sanarme, a cambio de herirte.

Yo no tenía la fuerza, mi vida ya estaba enferma,
Era un esclavo de mis recuerdos, caminaba sin alma,
Ni siquiera a ti te apreciaba, al principio no, pero…
Finalmente, en mis últimos días…me liberaste.

Alcancé a saborear el amor de tu alma hacia la mía,
Recordé que puedo amar, y te amé a ti, pero el tiempo…
El tiempo dejó de ser eterno, me faltó la oportunidad,
De hacértelo saber antes, no estaba del todo despierto.

Pero ahora te veo dormida y pienso sólo en ti, y…
Y en lo que siento ahora, se me escapa, la fuerza…
¡Incluso se me escapa la habilidad de escribir para ti!
Estos versos, son tan poco, podrían ser mejores, pero…pero…

Será porque estoy feliz, siento calor en mi corazón,
Me quema, porque ya es muy tarde, pero me iré…
Sin esta enfermedad, y todo gracias a ti, yo…
Te amo y por eso...estoy vivo…ahora y siempre…
En tu corazón.”



Eso fue suficiente, ya no derramó más lágrimas por él, porque sabía que él no querría que sintiera lo mismo que lo enfermó por años. Ella seguiría adelante aunque le costara demasiado, se sentía satisfecha de haberlo hecho feliz aunque fuera sólo un poco, era suficiente. Ahora su corazón lloraba, pero su alma estaba más viva que nunca, ella también se había liberado en cierta medida, estaba agradecida y lista para continuar viviendo, por ella misma y también por él.

3 Comments:

Blogger Laura Martillo said...

Perdona no poder leerte aun, llevo prisa, dame tiempo, solo un poco mas,

un poco nada mas,

miércoles, agosto 02, 2006 3:13:00 p. m.

 
Blogger Ray Kawabata said...

Por favor, permíteme decir que lo que menos quiero es que tú o cualquiera se sienta con algún tipo de obligación de leer lo que escribo, es justamente lo que menos quiero. Cuando leas esto quiero que sea porque has sentido deseos de hacerlo, así pase na semana, un mes o un año, lo importante es que sea algo que quieras hacer.

Un saludo Laura Hammer, quiero otra historia tuya algún día, estoy seguro de que saldrán de tí más cosas que podré disfrutar leyendo.

miércoles, agosto 02, 2006 9:39:00 p. m.

 
Blogger Laura Martillo said...

Hola

Lo acabo de leer. acabo de leer la historia. Me hizo feliz hacerlo, tu casa aun despliega esa intimidad de escribir para tui mismo, sin fisgones, nio excusas. tu casa , aun parece dispuesta a ser compartida.

Es bello lo que escribes, el sentimiento, las imagenes, la idea que esta en los intersticios de las letras. Tu yo, alli oculto.

Ojala yo vuelva a escribir alguna historia, pues son als que mas me liberan. Mientras tanto tengo mis cuentos recopilados en un enlace de mi blog, si gustas, algun día puedes leerlos. No importa cuando

Un beso y un abrazo, de una desconocida.

jueves, agosto 03, 2006 2:21:00 p. m.

 

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